Fuente : SEMANA viù! de "El Comercio" 22-02-15
Por Rosa Eliza Chávez Yacila
Gisella Orjeda recuerda su primer día de colegio como si estuviera viendo una película. Tenía tres años, pero no derramó ni una sola lágrima al despedirse de sus padres en la puerta. «Yo estaba sorprendida de que todos los niños lloraran, no entendía por qué», cuenta. Ella, por el contrario, rompía en llanto cuando sonaba el timbre de salida. La mujer que busca talento para que el país crezca siempre ha ido contra la corriente.
Aquí en el Perú, donde ser científico es un trabajo para intrépidos, ella quiso ser bióloga y genetista. En una sociedad donde aún se confina a las madres al gobierno íntimo de sus casas, Gisella decidió viajar a otro continente con sus dos hijos para seguir un doctorado. Cuando estaba cómoda y establecida en Francia, regresó a Perú para compartir todo lo que había aprendido: «sin conocimiento la innovación no es posible», afirma. Ella vive y trabaja bajo esa premisa.
Sus logros no son golpes de suerte. Cuando Gisella Orjeda se propone cumplir un objetivo todas sus acciones, grandes y mínimas, giran en torno a él. Es su forma de no perder de vista la meta. Ser científica, investigar melones, vivir fuera, cocinar recetas antiquísimas, abandonar el laboratorio… ella hace lo que desea en verdad. Ahora, con 55 años, quiere trabajar para su país porque cree en esa palabra tan incomprendida y maltratada y a la vez esencial en una sociedad: progreso. Esta vez el propósito de Gisella es inmenso. Disciplina y determinación le sobran para alcanzarlo.
¿Cómo empezó tu interés por la ciencia?
Nunca hubo un antes y un después. No concibo mi vida y no recuerdo mi vida sin un interés por la ciencia. Claro, yo no sabía que lo que sentía era interés por la ciencia, simplemente las cosas me parecían interesantes. Si me regalaban una muñeca, la operaba; si mi mamá me mandaba a jugar al jardín, sacaba plantitas y las mezclaba. No lo hacía para cocinar, sino para hacer pócimas. Mi madre me cuenta que en la cabecera de su cama tenía unos libros, y yo de bebita quería agarrarlos. Ella tenía miedo de que los rompa, así que puso unas plantitas de cactus delante. Al año yo metía el dedo entre los cactus para tocar los libros. Recuerdo esos libros y que me encantaba mirar sus fotos, eran de Historia.
¿Por qué te interesaste en la genética?
Yo quería estudiar fisiología vegetal, entonces un amigo me preguntó «¿y qué vas a estudiar?» y yo le dije «Fisiología». Me miró y me dijo «¡qué anticuada!». Entonces luego me dije «¡Ah, Genética!». La fisiología me parece interesante porque yo quería saber cómo funcionamos y la fisiología es el estudio del funcionamiento de un organismo, de todo lo que ocurre adentro tuyo. Pero todo aquello que comanda tu funcionamiento es la genética. Entonces la genética me parece mucho más interesante que la fisiología -piensa unos segundos-… En realidad todo me parece interesante.
¿Qué inspira en ti la ciencia?
No tengo idea. Todo me parece interesante, quiero saber por qué, no me contento con explicaciones ilógicas. Nunca, soy así desde chiquita. Si alguien te explica algo que no te convence ¿te quedas contenta? Todas las clases en mi colegio me parecían interesantes. No estudiaba porque me tenía que sacar una nota. En el colegio nunca he estudiado porque me acordaba todo como una película.
¿Y qué tal te iba?
Bien. Las cosas en las que era peor eran Historia porque no es lógica la Historia; Educación Cívica porque no es lógica la Educación Cívica, Geografía me parecía difícil porque en el colegio, o al menos en esa época, era una materia memorística. Entonces a todo eso no le veía una lógica, no era fácil acordarse.
Y destacabas en los cursos de ciencias...
¡Por supuesto! Es que es lógico, no tienes que acordarte de nada, todo está encadenado.
Se suele creer que los científicos tienen algo de locos. ¿Qué opinas al respecto?
Yo creo que todas las personas tienen algo de locos. El ser humano tiene un cerebro tan complejo que definitivamente todos tenemos algo que debe fallar un poquito ¿no? pero entonces… ¿Quién sería alguien normal?
Pienso en lo que mencionabas, en la gente que sí se conforma con las explicaciones que les dan.
¿Y qué hace esa gente en su vida? Tienen una vida ultraaburrida. En cambio si quieres hacer cosas, uno: tienes que ser una persona apasionada. Los científicos son todos apasionados por lo que hacen, por el conocimiento. Conocer algo los hace temblar, les produce placer. Segundo: tienes que ser alguien que sacrifica su vida. Yo creo que existen tres clases de personas: las personas que viven en el pasado, las personas que viven en el presente y las personas que viven mirando al futuro. Las primeras son las que siempre se lamentan, las segundas son las que solo se quieren divertir y piensan «hay que aprovechar el momento», y las personas que vivimos para el futuro somos capaces de sacrificar el presente porque vemos el resultado final de nuestros actos. Prefieres no salir el fin de semana porque te estás preparando para hacer algo interesante la próxima semana.
¿Eso quiere decir que no te gusta salir?
Yo casi no salgo.
¿Y no te sentías apartada de los demás?
(Ríe) No, para nada. Todo lo contrario, si socializo mucho me agoto. Las fiestas me parecían aburridísimas. No había ninguna conversación interesante.
Entonces nunca te interesó encajar.
No. Encajar me parece aburrido.
Pero seguramente tenías un grupo de amigos con los que compartías cosas.
Sí, claro. Todos ‘nerds’ como yo.
¿Y cómo se divertían?
Por ejemplo si caminábamos por la calle: decir los nombres en latín de todas las plantas que veíamos. Pero no era una chancona ni nada de eso. Yo lo he pasado superbién en la universidad. Me encantaba, hemos hecho muchas cosas con todos mis compañeros de La Agraria. Era intenso y divertido.
¿Qué hiciste luego de terminar la universidad?
Hice mi maestría en La Agraria y después de eso me saqué una beca del Consejo Británico e hice un doctorado en Inglaterra. En total habré estado allí un año y medio porque hice una parte de mi tesis aquí en el Perú. Regresé y después me fui como diez años a Francia.
Tenías un buen trabajo, te gustaba lo que hacías...
Solo he hecho en mi vida lo que me gusta, nada más. Nunca, jamás he hecho nada que no me guste.
¿Tú decidiste volver al Perú?
Ah sí, yo quería volver. Desde el día en que me fui. Me fui del Perú con el objetivo de conocer la investigación en el mundo para luego regresar.
¿Cuál es la labor de Concytec?
Para mí, es una de las instituciones más importantes del Estado Peruano, que lamentablemente ha estado muy abandonada por muchos años. Concytec establece las políticas de ciencia, tecnología e innovación. Estudia nuestra realidad productiva, de conocimiento, para identificar fortalezas y debilidades […] Por ejemplo: algo simple de entender es el asunto del talento humano. En el Perú estamos muy atrás en cuanto a capacidades humanas y eso se refleja no solo en los grados académicos de las personas, sino en el estado de nuestra productividad, en el número de cosas que producimos. No producimos lo que necesitamos, sino lo que podemos producir. Entonces nosotros podemos hacer estudios del talento humano del Perú y allí nos damos cuenta de que tenemos una gran falta de personal capacitado a diferentes niveles: técnicos, profesionales, magísters, doctores. Entonces, una política debería ser la formación y la atracción de talentos para el país. Eso hace Concytec: estudia la realidad peruana en diferentes aspectos y establece políticas prioritarias.
¿Y la tuya como presidente?
Mi labor es orquestar todos esos estudios y hacer que la gente aquí trabaje para compilar información, no solo a partir de los estudios sino a través del diálogo y la organización con los diferentes actores: la Sociedad Nacional de Industria, la Cámara de Comercio de Lima, los científicos, los expertos, la Cooperación Internacional, etc. y articularlos temáticamente para poder decidir como conjunto, como país y como democracia qué es lo que queremos del Perú para el 2030 o 2050.
¿Cuán importantes son la ciencia, la tecnología y la innovación en un país?
Sin ciencia, tecnología e innovación no hubiéramos salido de las cavernas. Esa es la importancia. Sin ciencia, tecnología e innovación, no habría maíz, no habría papa, no habría animales domésticos. No hay ningún solo acto del ser humano que lo haya llevado a un estadío de bienestar superior que no tenga componente de conocimiento.
Tu trabajo actual te ha alejado del laboratorio, ¿no te pesa?
No. Porque siento que desde aquí estoy ayudando a ser a muchos.
¿Piensas regresar al laboratorio?
No, desde el momento que yo acepté este trabajo supe que estaba sacrificando una parte. Un científico que deja de hacer ciencia dos, tres, cinco años, ya está fuera.
Tu ritmo de trabajo es muy duro ¿cierto?
Es intenso, es arduo, es fuerte. Pero si quieres hacer algo bien, tienes que entregarte. Yo trabajo aquí porque quiero tener un impacto en mi país.
¿Cuántas horas al día trabajas?
No las he contado, pero usualmente salgo de acá a las nueve de la noche. Me despierto, estiro el brazo y comienzo a ver mis correos electrónicos
¿No vives estresada o tensa?
El estrés es algo que uno tiene que manejar. Mi manera de desestresarme es haciendo las cosas que tengo pendientes. Una vez que termino con aquello que tengo pendiente, me desestreso (ríe).
Sé que te gusta cocinar ¿qué cocinas?
De todo. Tengo una gran colección de libros de cocina. Por ejemplo, voy a un museo en Londres ¿qué me compro? Un libro de cocina medieval. Luego consigo los ingredientes y preparo lo que dice en el libro. En la época medieval no había las especias que hay hoy día, la gente le daba sabor a la comida por ejemplo con olores de flores. No había pimienta, no había tomate, no había papa, no había arroz. ¿No te parece divertido? Luego haces una cena medieval en tu casa. Cocinar es como estar en el laboratorio, supersimple, solo sigues la receta.
¿Tú eres quien que cocina en tu casa?
No, pero claro, yo comando qué es lo que hay que cocinar. Y le enseño a cocinar a la persona que trabaja en mi casa. Y si invito gente a mi casa, cocino yo.
¿Ves televisión?
Sí, lamentablemente.
¿Qué ves?
Ahora he decidido abandonar la televisión, entonces estoy adicta a Netflix. Prefiero ver películas porque si veo algunas series no puedo parar. He visto «Orange is the new black», «House of cards», «Breaking Bad», aunque esta no la terminé porque me cansó. Pero he decidido no verlas más. Cuando pasé todo un fin de semana viendo una serie dije «no más» por salud mental.
¿Qué estás leyendo ahora?
Ahora casi no leo, lamentablemente no tengo tiempo, pero me encanta leer. Te voy a enseñar qué tengo en mi Kindle: «Un manual para crear ateos (de Peter Boghossian)», «Las relaciones peligrosas», «Don Quijote», «Sherlock Homes», «¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?» que es un libro genial de Janet Winterson, una de mis autoras favoritas.
Tienes dos hijos ¿cómo son?
Ah… Mis hijos son inteligentísimos, guapos, sensibles, maravillosos. Los más guapos que puedas haber visto. Son geniales, hacen cosas interesantes.-Dice Orjeda, la mamá, mientras busca fotografías de ellos en su tablet-. Mi hijo es agrónomo, mi hija estudió arqueología y luego pintura. Es artista.
¿Cómo hacías para estudiar y trabajar tanto con dos niños?
Una ventaja de la Universidad Agraria era que los cursos terminaban a las dos de la tarde. Me fui a Francia con mis hijos, pude hacerlo con mucho sacrificio de ellos. No me lo decían, pero creo que deben haber sufrido bastante mi ausencia. Yo me iba a la universidad y ellos se quedaban en la casa. Para mí no fue duro, pero pienso que para ellos sí.
¿Alguna frase que recuerdes, que te guste o que te motive?
¿Una frase? Tengo un montón… -reflexiona con seriedad Orjeda-...tengo que pensarlo bien… Creo que voy a ver mi Facebook para recordar qué he posteado -la doctora Orjeda ríe de manera contagiosa-. Yo pienso que una de las cosas más importantes en la vida de cualquier persona es la pasión, y también pienso que la mejor manera de afirmar que estamos vivos es haciendo cosas y trascendiendo. Eso es lo que yo quiero hacer.
¿A quién admiras?
Richard Dawkins. Es un biólogo inglés que tiene varios libros, uno de ellos se llama «El gen egoísta». Es inteligente, tiene ideas superestupendas, lógicas, basadas en conocimiento. Es un etólogo, un biólogo evolutivo y es escritor.
Es inevitable preguntarte si ves «The Big Bang Theory».
Claro, The Big Bang Theory me encanta. Yo soy Sheldon. ¡Ya sé! Mi frase ideal sería ¡Bazinga! (reímos). Mis hijos dicen que yo soy Sheldon. Me encanta esa serie, pero hace tiempo que no la veo, la grabo a diario, automáticamente, y cuando se me ocurre, veo capítulos pasados. Es una buena recolección sobre los científicos, por supuesto que es una exageración y una caricatura, pero sí está hecha con conocimiento de causa. Uno se ve a sí mismo allí.
Existe el estereotipo de que los científicos son cuadriculados, ¿pueden ser creativos?
Los científicos son súper, hipercreativos, solo que somos creativos con las cuestiones de conocimiento. Uno tiene muchas maneras de ser creativo. Nosotros lo somos de forma lógica
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